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LO QUE ESTÁ EN JUEGO

La ley propuesta por el gobierno de Uribe Vélez –que en un inicio solo beneficiaría a miembros de grupos paramilitares- tuvo tanta acogida que hoy, ocho años después de haber sido aprobada, cuenta con una unidad entera en la Fiscalía que indaga estos procesos, la unidad de justicia y paz, en apoyo con la fiscalía cuarta. Este éxito de la ley también se evidencia en los cambios en las políticas carcelarias ya que, todos los guerrilleros y miembros de grupos paramilitares del país –con la excepción de los cabecillas de algunas bandas delictivas- se encuentran recluidos en determinadas cárceles en su mayoría, de mediana seguridad.

 

En esta ley, no solo se puede hablar del futuro de un desmovilizado y su posible reinserción, sino de cómo estos miembros acogidos a la ley, lograrán resarcir el daño hecho a las víctimas, partiendo de una reparación simbólica que según presidente Santos reconoce el sufrimiento humano en la guerra, que es un deber ético inaplazable

y que redunda en una mayor legitimidad del Estado. Y en segundo lugar, cataloga la tierra como el eje principal de la reparación, lo que quiere decir que se debe reconocer que ahí, en la tierra, está el eje del conflicto armado que ha vivido Colombia durante los últimos cincuenta años.

 

Lo que estas dos leyes se juegan realmente, es la misión de encaminar sus iniciativas y recursos, a la reparación de las víctimas como eje fundamental, víctimas que ya alcanzan los 5,5 millones de personas, después de Alemania, no hay otro país que se acerque a este deshonroso record.

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